16. Las voces del no


¿Ves la puerta? "Puedes entrar o salir a la hora que tú quieras, sin embargo, si lo haces, habrá consecuencias"...

Allí estaba él, en una habitación de 4 x 3. Sobre un puf abierto que también funcionaba como colchón, marcaba cada día en un calendario con una "X" hecha con un rotulador. Ya había sumado 2556 "X" en total.

"Si sales, está bien, pero no hay nada atractivo fuera"... Es peligroso, contraproducente. Si sales, está bien, pero ya has gastado desproporcionadamente en una, en dos, en tres ocasiones, y esta última... cantidades que... déjame decirte, preguntarte: ¿No crees que es mejor no salir, no hablar, no moverse? Antes de responderme, déjame continuar: si sales, está bien, sabes que yo no soy quien decide, pero ten presente que sé que mientes, que no harás lo que dices que harás... lo sabes.

Puedes entrar o salir a la hora que tú quieras, sin embargo, no obstante... algo corre peligro... podrías perderlo todo, aunque no tengas nada, en realidad es algo, lo es todo... y es lo único... y es de ambos.

Después de recuperar las fuerzas con una bocanada de aire, vio una cerveza al final del pasillo y pensó en tomársela de un tirón para calmar su arritmia, hasta que llegó una mano para arrebatársela.

Si tomas, está bien, puedes hacerlo cuando quieras, pero ahora no, ya sabemos qué pasa.

Si sales, está bien, regresa antes del anochecer. No hay autobuses, no hay trenes, nosotros no solemos ver de noche. Nadie te quita ir, nadie te quita nada. Si sales, está bien, regresa antes del anochecer.

Y... él apretó los párpados todo lo que pudo, se frotó la cara y se cuestionó quién/qué era el origen de la voz. ¿Sonidos externos que se interpretan de manera exagerada? Ruidos incomprensibles... ¿Qué?

Un tono absoluto puede mostrar la cara de cualquier persona, las vibraciones sonoras, desde su entrada al oído, pasando por los tímpanos hasta la cabeza. Si lo piensa, se calla; si se distrae, regresa.

¡Tenemos que hablar! La gente que se encuentra en tu situación se siente "desconectada", le resulta difícil y me inventa para tener una excusa. Cuando el juicio empieza a barajar tantas alternativas, surge la voz del incordio, yo.

A veces veía un cuerpo, a veces no. Día tras día, la rutina era exacta. Repetía lo mismo al detalle, al segundo: la voz, él, quizá un cuerpo que reflejaba una sombra. La sombra con luz, sin luz, con el resplandor a través de la ventana.

¿Ves la puerta? ¡Si sales, bien! SI NO SALES BIEN... BIEN, SI SALES, PERO... No vas a poder, no están dadas las condiciones.

¡Cuáles condiciones! quiso saber y una calma se extendió por más de dos horas. Tiempo en que la nueva voz sustituyó a la otra; otro tono, con otras sugerencias.

Intentaré ser más concreto. No pienses tanto en el paso de los días, de los meses, de los años, de las décadas, de... Siempre habrá un instante para todo. Espera, solo espera.

¿De dónde surgen? Surgían de la esquina inferior izquierda del salón y, moviéndose hacia la derecha en semicírculo, descendían suavemente hasta sus oídos e inmediatamente desaparecían. A veces podía escuchar un auténtico caos de palabras que avanzaban vertiginosamente, debatiéndose entre sí para emitir un juicio y dar el consejo, la orden... los cuestionamientos. Insistía para que le quedara claro. Nunca podría manejar el lenguaje... Insistir en el mismo tipo de cosas. No estaría a la altura, jamás sería quien quería ser, sin embargo, al subir el tono de la música, las voces pasaron a un segundo plano y al llegar otras personas al tercero. Aunque desde ese fondo siguieran vociferando, comenzaron a hacerse difusas. Silenciar pasaba por girar la llave y hurgar en nuevas emisiones. Buscar otros resonadores corporales y amplificar su frecuencia. Si lo que quería eran otras voces, tenía que buscarlas. Las voces no cesan, solo se sustituyen, se opacan. El primer paso consistía en rastrear nuevos mensajes. Al reflexionarlo, sorpresivamente se dio cuenta de que no había puerta, nunca la hubo. Con la disolución del mensaje se entregó una vez más al origen de sus ideas, cargó el revólver y se apuntó a la sien antes de deslizarse por el tobogán...


© Juan Carlos Vásquez 

Imagen generada por Juan Carlos Vásquez a través de Aiby ia (18).

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